De nuevo Clint Eastwood alegrándonos el día con otra de sus ansiadas y esperadas películas (sensación acrecentada por lo que estas tienen de inevitable cercanía a ser la última que poder disfrutar); en esta ocasión adaptando el buen e interesante libro escrito por John Carlin, "El factor humano" (Seix Barral), un tipo que conoce el paño de primera mano debido a sus 6 años como corresponsal en la zona (1989 – 1995).
Arranca en los primeros días con Mandela de presidente de Sudáfrica, en un país al borde de la guerra civil en el que se mascaba la tensión debido a la dificultad de dejar atrás 50 años de exacerbados conflictos raciales y nos cuenta una desconocida intrahistoria para el gran público (al menos para mí, que aunque procuro estar al día en cuanto al mundo y época en el que me ha tocado vivir, antes de la aparición del libro ignoraba por completo los tejemanejes aquí contados) sobre las bazas empleadas por este para lograr apaciguar los ánimos y lograr una convivencia entre viejos enemigos lo mas pacifica posible.
Tenemos un muy interesante y apasionante documento histórico a tratar; súmese a un inspirado y a todas luces comprometido Morgan Freeman en el papel de Nelson Mandela (joer, si es que ves al autentico Mandela y le ves a él, es para quitarse el sombrero) realizando un trabajo de esos que huelen a Oscar, a un Matt Damon que en su primer papel a las órdenes de Eastwood da lo mejor de sí mismo en la piel del capitán del equipo de rugby a través del cual (su familia, jugadores bajo su capitanía y entorno) vemos la trasformación que experimenta el sector de la población receloso con el cambio de régimen, cambio subrayado en la relación entre los guardaespaldas de Mandela y hecho cuasi oficial en las escenas en las que un niño negro y 2 policías blancos siguen el partido contra Nueva Zelanda, un casting en el que todos brillan a gran altura (ser elegido por Eastwood debe de ser para un actor el summun en cuanto a prestigio adquirido) y una historia deportiva magníficamente contada que aunque desconozcas las reglas del rugby te hace aullar de placer en muchas de sus escenas.
En resumen, aun no siendo la hazaña deportiva el fin en si mismo de la trama, esta sola valdría como ejemplo de una buena película deportiva, si además le sumamos el magnifico y muy interesante documento histórico que la envuelve y como lo hace Clint Eastwood, moviendo la cámara lo justo (con un apenas imperceptible movimiento te cuenta todo un mundo, véase por ejemplo, su irrupción y charla al comienzo de la película en la asamblea de reacios a considerar a la selección, "su selección"), apoyándose en una banda sonora que de forma certera realza ciertas escenas y un apartado técnico a la altura de todo lo demás, tenemos una extraordinaria película a la par que un absorbente y emotivo documento histórico.
Arranca en los primeros días con Mandela de presidente de Sudáfrica, en un país al borde de la guerra civil en el que se mascaba la tensión debido a la dificultad de dejar atrás 50 años de exacerbados conflictos raciales y nos cuenta una desconocida intrahistoria para el gran público (al menos para mí, que aunque procuro estar al día en cuanto al mundo y época en el que me ha tocado vivir, antes de la aparición del libro ignoraba por completo los tejemanejes aquí contados) sobre las bazas empleadas por este para lograr apaciguar los ánimos y lograr una convivencia entre viejos enemigos lo mas pacifica posible.
Tenemos un muy interesante y apasionante documento histórico a tratar; súmese a un inspirado y a todas luces comprometido Morgan Freeman en el papel de Nelson Mandela (joer, si es que ves al autentico Mandela y le ves a él, es para quitarse el sombrero) realizando un trabajo de esos que huelen a Oscar, a un Matt Damon que en su primer papel a las órdenes de Eastwood da lo mejor de sí mismo en la piel del capitán del equipo de rugby a través del cual (su familia, jugadores bajo su capitanía y entorno) vemos la trasformación que experimenta el sector de la población receloso con el cambio de régimen, cambio subrayado en la relación entre los guardaespaldas de Mandela y hecho cuasi oficial en las escenas en las que un niño negro y 2 policías blancos siguen el partido contra Nueva Zelanda, un casting en el que todos brillan a gran altura (ser elegido por Eastwood debe de ser para un actor el summun en cuanto a prestigio adquirido) y una historia deportiva magníficamente contada que aunque desconozcas las reglas del rugby te hace aullar de placer en muchas de sus escenas.
En resumen, aun no siendo la hazaña deportiva el fin en si mismo de la trama, esta sola valdría como ejemplo de una buena película deportiva, si además le sumamos el magnifico y muy interesante documento histórico que la envuelve y como lo hace Clint Eastwood, moviendo la cámara lo justo (con un apenas imperceptible movimiento te cuenta todo un mundo, véase por ejemplo, su irrupción y charla al comienzo de la película en la asamblea de reacios a considerar a la selección, "su selección"), apoyándose en una banda sonora que de forma certera realza ciertas escenas y un apartado técnico a la altura de todo lo demás, tenemos una extraordinaria película a la par que un absorbente y emotivo documento histórico.